martes, 22 de abril de 2014

Unbetitelt

Unbetitelt - Sin Título 

A los presos políticos. Porque todos los presos son políticos. 


¿De qué depende la luz? ¿De quién depende el Infierno? Y si es que ya estoy en él, ¿por qué callo y vomito en silencio? Ojalá pudieras entender, aunque sea arduamente, lo infinito que es el sueño, porque nunca siento despertar. ¿Es que acaso sigo vivo? ¿Qué pensarían las ratas de sus cloacas y los sapos de sus charcas si un día, y tan solo por la casualidad del viento, la fragilidad de la luna, tan solo por ello, fueran embarcadas en algo más siniestro que cualquier fangoso humedal? Desconozco si lo sientes, pérfido inhumano incrédulo, pero ni fuerzas de morir me quedan... sería un gran esfuerzo llamar a la parca. Ignoro qué padeces, pero mal suenan tus pasos, me queman los oídos mientras insertas la llave lentamente en aquél pesado candado y la cancela se queja tan pausadamente que apenas el tiempo pasa, porque en realidad se detiene. Morirías, insano cancerbero, si mis ojos tuvieran brillo y mis brazos algo más que venas hinchadas. Morirías de pena, triste peón, morirías de pena si sintieras lo que yo. Y así arrastras a algo más carne que aliento, menos humano que huesos, hacia el paredón o hacia el enjuiciamiento. Pero qué importa si una cosa u otra es, ya seguro sé que el último no seré, ni el primero, ni el décimo, pero eso... ¿qué importa ya? Una bala menos, una sangre más, un sonido ronco, una orden... ¡bum!... y ya la vida en un eco sangriento se va, pero la parca no viene. No, ella está tan absorta como yo. Y es que ni la Muerte puede tolerar el terror. Si me lleva es por lástima, no por perdón. Adiós mundo. Desde la oscuridad de mi celda... el candado gira, la verja se abre lentamente y el tiempo, de nuevo, se detiene.  

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