Lluvia
La lluvia riega el mundo, los deseos,
los sueños,
la lluvia pilla desprevenido hasta al
más espabilado,
al ingeniero, al médico, al abogado,
al político,
con mejor o peor talle, con medias de
licra,
con bolso de tela o copos de Channel.
En la Patagonia o en Nueva York,
En París, en Montevideo o en Berlín,
escocés, mexicano, italiano o español,
algunos se refugian cuando la lluvia
sonríe,
otros se besan, en un íntimo triángulo
de amor.
Estos últimos son del género menos
común,
verlos es recrearse en una película en
blanco y negro,
es sentir el "clac clac" del
baile de la pasión.
Mas otros amantes, más prolíferos a
la oscuridad,
escuchan desde su habitación el canto
de la lluvia,
la observan desde las cortinas que
inciden en sus caras,
desnudas al abrazo de los cielos.
Y la lluvia responde a sus miradas
alegremente,
manteniendo su cantar, su pausado
concierto,
toda la noche y toda la tarde para que
los amantes,
en su olvido del mundo exterior, en su
entrega interior,
no se cansen de respirar el aliento de
su otro yo.
Y así la lluvia se despide, dice
adiós,
como los recién conocidos,
amores de un solo sol,
se apaga lentamente...
clac....clac... clac.