Soneto en
clave de Fa.
Las montañas en silencio
cruzaba,
a tus pasos y no a otros,
me ciño.
Amo tu dolor como lo hace
el niño
y morir en tu regazo
anhelaba.
Noches etéreas que blindo
tus labios,
dulces, suaves, como
prados arcadios.
Fúndanse la hora y mitos
acadios,
quiero perderme en ti sin
astrolabios.
Cúmplanse los días y
este llegaba,
con tu voz, tus ojos,
despacio, riño
y al salir el sol todo se
esfumaba.
Tu piel por centímetros
escudriño,
una mano en mi pecho se
posaba
y lo tomabas en forma de
guiño.
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